El círculo de la palabra en la Educación de la Primera Infancia: Un aporte al proyecto Somos Tierra
- Colegio Paideia
- 30 jul
- 5 Min. de lectura
En el ámbito de la educación inicial, la búsqueda de metodologías pedagógicas que fomenten un desarrollo integral en los niños y niñas es una constante. Uno de los enfoques que ha ganado relevancia es la implementación del Círculo de la Palabra junto con prácticas contemplativas como la meditación y la respiración consciente.
El círculo de la palabra se presenta como una actividad pedagógica reflexiva, que se lleva a cabo con los y las estudiantes. Más allá de ser una simple conversación, este círculo es un espacio donde se entrelazan múltiples objetivos educativos y de desarrollo personal. Su esencia radica en el dialogo, retroalimentación y el fortalecimiento de aprendizajes, abordando temas como el sistema Tierra, el ciclo del agua, la transpiración, las nubes y la polinización1.
Uno de los propósitos centrales de esta práctica es fomentar una conciencia ambiental/climática y el cuidado del planeta Tierra. Se invita a los niños y niñas a reflexionar sobre sus acciones cotidianas, destacando ejemplos como la clasificación de residuos, la elaboración de compostaje y abonos orgánicos, el ahorro de agua y el apagado de luces y desconexión de aparatos no necesarios. Esta reflexión busca "fomentar la preservación de la Biosfera del planeta".

Además, el círculo de la palabra, promueve el desarrollo emocional y la responsabilidad personal, un aspecto decisivo en la etapas tempranas. Se observa que los niños y niñas demuestran sentido de pertenencia, conciencia y amor por proteger lo que tenemos, formándose en líderes ambientales capaces de guiar y enseñar a sus propias familias en casa. La oralidad, en este contexto, es un medio para la construcción de comunidad y el desarrollo de habilidades sociales como escuchar, compartir y turnarse, fortaleciendo el lenguaje y la comunicación en general2. Esta aproximación es coherente con la idea de que la comunicación oral "une a la gente en grupos".
La maestra, en su rol de guía, facilita un entorno donde la confianza se transmite activamente, permitiendo que los niños y niñas se expresen libremente sobre sus sentimientos, conocimientos y necesidades3. Este rol de orientar, acompañar, reflexionar e indagar se alinea con una visión más flexible del maestro en las prácticas orales, que aprende de los otros y utiliza la experiencia como fuente de saber.
La conciencia interior: Meditación y respiración en el aula
Un aspecto importante de esta práctica, durante el circulo de la palabra, es la integración de metodologías contemplativas, donde la maestra orienta la práctica de la "respiración consciente" con inhalaciones y exhalaciones profundas, que ayudan a los niños y niñas a gestionar sus emociones, mejora la atención, concentración, su comportamiento y reacción ante alguna dificultad.
Más allá de la concentración, la respiración consciente contribuye al fortalecimiento de la responsabilidad y el compromiso de los niños y niñas con su propia emocionalidad. La actividad va acompañada de la expresión de gratitud, donde se disponen a abrir sus manos y sanan cualquier malestar. Este enfoque subraya la importancia de la conexión entre el cuerpo y el pensamiento, reconociendo que ambos se influyen y representan constantemente. La maestra alterna el círculo con "movimientos corporales, sonidos onomatopéyicos y sonidos del ambiente" para mantener la atención y el dinamismo, lo que se vincula con la idea de la oralidad como un performance que no es monosensorial, sino que integra la visión, el tacto y la sensación kinética3.
Experiencias que transforman: Casos prácticos en "Somos Tierra"
Las actividades complementarias llevadas a cabo por los y las maestras aborda diversos ejemplos prácticos que ilustran la aplicación y los logros de estas metodologías:
Reflexión ambiental en el hogar: La maestra inicia el círculo preguntando a los niños y niñas cómo cuidan el planeta en su día día y durante sus vacaciones. Los aportes significativos de los/as niños y niñas, dan cuenta de la interiorización de lo aprendido en el aula, como la clasificación de los residuos, la germinación de nuevas plantas polinizadoras, la elaboración de abono orgánico, el ahorro de agua y la desconexión de electrodomésticos. Con estas prácticas desde el ámbito escolar y familiar se están formando nuevos lideres ambientales.
Exploración multisensorial: La actividad del "aula multisensorial" permite a los y las estudiantes explorar sus sentidos al tener contacto con rocas y minerales de diferentes texturas, olores, sonidos de la naturaleza y música ambiente de la naturaleza. Este espacio innovador los conecta con el mundo natural de una manera lúdica y significativa, con simulaciones de fenómenos naturales como la lluvia y el viento.
Diario climático: La motivación y estimulación de la participación grupal se da a través del "diario climático", donde los niños y niñas observan el cielo, saludan a las nubes por su nombre, registran la temperatura y precipitación diaria, y dibujan lo observado. Esta práctica fomenta la comprensión de los fenómenos atmosféricos y su impacto en el planeta.
Desarrollo de habilidades transversales: Las actividades interdisciplinares contribuyen al desarrollo del lenguaje y la comunicación, así como a habilidades sociales fundamentales como la escucha, el compartir y el tomar turnos. Se observa una estimulación de la concentración y la creatividad a través de dibujos, modelados en plastilina, manualidades, canciones, poesías y rimas. Incluso, la lectura y escritura se convierten en "interacciones divertidas y placenteras", con varios niños y niñas leyendo frases, textos cortos con fluidez, realizando consultas y transcripciones.
Estos ejemplos, demuestran cómo el proyecto Somos Tierra, promueve el círculo de la palabra y las prácticas contemplativas para crear un aprendizaje experiencial, donde el conocimiento se construye a través estar bien con uno mismo, de la interacción, la vivencia y la conexión con el entorno, representando una aproximación pedagógica integral y de gran valor educativo. Estas prácticas son significativas, porque se fomenta en los niños y niñas el desarrollo holístico que abarca la conciencia ambiental/climática, la inteligencia emocional, el desarrollo social, habilidades comunicativas y cognitivas fundamentales.
Al reconocer la oralidad como un performance que involucra todos los sentidos y el contexto social, y al integrar la reflexión personal y la conexión con el entorno a través de prácticas conscientes, se promueve en los y las estudiantes un sentido de responsabilidad, pertenencia y respeto por sí mismos, por los demás y por el planeta.
Los resultados observados, como la participación activa de estudiantes y familias, el compromiso ambiental/climático y la formación de líderes, evidencian el potencial transformador de estas metodologías en la educación de la primera infancia. Estas prácticas pedagógicas abren caminos para una educación que valora la experiencia, el símbolo, la emocionalidad y la construcción colectiva del saber, preparando en el presente a los futuros ciudadanos con una conciencia crítica y un profundo amor por la vida.
Esta actividad fue realizada bajo el liderazgo de la maestra Mariana del Rosario Sánchez Castro.
Referencias
1.Núñez-Delgado, P. (2003). Valor educativo de la oralidad en la enseñanza escolar de la lengua y la literatura.
2.GÓMEZ, L. R. (2019). Reflexividad en los círculos de la palabra: de otras y otros a nosotras y nosotros.
3.Correa Astudillo, G., & Jiménez Álvarez, J. M. (2013). Valor educativo de las prácticas de oralidad en los círculos de la palabra de la comunidad indígena Mhuysqa de Cota.
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